La sostenibilidad es un concepto socioeconómico cada vez más arraigado. Son tiempos de concienciación medioambiental y escasez de recursos. Cada vez son más las personas comprometidas que acometen iniciativas respetuosas con nuestro entorno natural y a su vez económicamente beneficiosas. Pero muchas de esas acciones, en función de su naturaleza, también necesitan financiación, y para eso se han creado los préstamos verdes. Créditos cada vez más demandados. Veamos en qué consisten.
Los préstamos verdes son productos financieros que las entidades de crédito conceden únicamente para el desarrollo de proyectos o iniciativas sostenibles. Una condición que los solicitantes deberán justificar, ya sea mediante factura o con un presupuesto. Documentos en los que deberá poder comprobarse que efectivamente el destino del préstamo es el declarado y se ajusta a las exigencias del crédito.
Hipotecas verdes
En su momento ya explicamos en estas mismas páginas lo que eran y en qué consistían las hipotecas verdes. Y en esta misma línea de compromiso en la que mueven los préstamos que nos ocupan, y que tienen la finalidad de financiar cualquier tipo de proyecto que busque promover la sostenibilidad medioambiental, ya sea reduciendo la huella de carbono o actualizando nuestras infraestructuras para que entren en la categoría de sostenibles.
Entre los productos más habituales se haya, por ejemplo, el crédito para la compra de un vehículo eléctrico o híbrido enchufable. Modelos que colaboran con una menor emisión de gases de efecto invernadero. También se conceden este tipo de créditos para financiar la adquisición de viviendas nuevas energéticamente eficientes, para reformar en este sentido la que ya tenemos o para instalar paneles solares para autoconsumo.
Del mismo modo, pueden solicitarse para sustituir los electrodomésticos del hogar por otros de bajo consumo, lo cual supone un ahorro energético beneficioso para el medioambiente y para nuestra economía doméstica.
Y ¿por qué deberíamos solicitar uno de estos préstamos verdes? Pues porque las entidades ofrecen mejores condiciones para incentivar este tipo de inversiones. Las principales son la cantidad de financiación y el coste más bajo de intereses. Y además, porque colaboraremos a la protección del medioambiente.
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