AOT || Reiko || Act. 2

Las pisadas de Hamidoria se escucharon por el territorio del Bosque, corriendo como el viento que movía la crin verdosa de su pelaje mientras se dirigía hacia el corazón del Clan, el campamento donde estaban todos asentados.

Sus pisadas apenas rozaban el pasto, que pronto se transformó en tierra removida al cambiar levemente el terreno cuando la formación rocosa que hacía de guarida se extendió ante él. Jadeando por el esfuerzo empleado en esos minutos, su vista se movió por el campamento de la manada.

Una lobita joven de pelaje oscuro y manchado de color crema jugaba con una cachorrita amarronada a la salida de una cueva.

- ¡Reiko! -habló con voz serena a pesar del sofoco, sintiéndose algo seco.

- H-Hamidoria... -inmediatamente la niñera alzó la cabecita, pillándole el rabo a Alexis con una pata.- Vienes exhausto, ¿s-sucede algo malo? -se levantó acercándose un poco hacia el vigilante con intención de echarle una pata.

- ¿Sabes dónde está Morgana?

- Claro. -su rabito se desenroscó y señaló la cueva.- Está deliberando con Tamara en su galería.

- Estupendo... Necesito hablar con las dos. Es urgente.

- T-Te acompañaré... -se giró entonces a la cachorrita pegándole un toquecito con el hocico.- Alexis, Cielo, ve de vuelta a la cueva, ¿vale?

- ¡Muy bien! -la pequeña se fue correteando dentro, aunque algo le decía a su niñera que iba a espiar si podía.

El vigilante y la niñera se internaron en las galerías de las cuevas que hacían de guarida. En la más interna, donde las raíces conformaban un grueso lecho, se encontraban una dos lobas grandes de tonalidades marrones y algunas más oscuras.

- Hamidoria, Reiko~ -la líder, Morgana, alzó las orejas al escucharlos llegar.- ¿Qué pintáis por aquí?

- H-Hamidoria trae noticias...

El vigilante se pasó una pata por la herbácea crin, pasando de mirar a la lugarteniente y de nuevo a su líder.

- He avistado un oso por los alrededores. No ha descubierto la situación del Clan, pero si sigue indagando, tal vez...

- ... Encuentre el camino. -comprendió Tamara, que pasó a mirar a la hembra alfa.- ¿Qué hacemos?

No obstante, Morgana no respondió. Se rascó con insistencia las cicatrices de su muslo, provocadas por ese mismo animal tiempo atrás. De ahí su nerviosismo y... algo de irracional miedo del que pocos sabían.

Reiko bajó las orejitas con timidez al ver a la loba afectada.

- ¿... Morgana? -se atrevió a musitar.

Con la miedosa voz de Reiko, la loba amarronada sacudió la cabeza y reaccionó finalmente, posando la vista sobre sus lobos. Guardó silencio unos instantes más, bajando de su lecho de raíces para juntarse al vigilante y la niñera.

- Tamara, reúne a la manada. Tenemos que ir a cazar un oso. Hamidoria, enséñame dónde es. Y Reiko...

- Me q-quedaré con Alexis, no te pr...

- ¿Qué? No. Nah, nah, que va, necesito de tu habilidad con los minerales. -Reiko podía controlar los minerales del suelo. Sumando a eso la habilidad natural de Morgana con la tierra podían hacer cosas interesantes.

- ¿EEEEEEEEK?

- No te va a pasar nada, ni te vas a tener que acercar. ¡Todos fuera! -ladró metiéndoles prisa  abase de toquecitos con el hocico.

Hamidoria, Tamara y Reiko salieron por patas avisando al resto de los lobos y pronto todos estuvieron reunidos a los pies de la roca de las noticias. La lobita oscura y crema temblaba entre Agallas y Terrer según Morgana daba las noticias.

La líder dejaría la manada bajo la supervisión de su lugarteniente y se llevaría consigo a Terrer y Reiko, lo cual extrañó bastante a los lobos. ¿La niñera? La joven loba tragó grueso, pero había que defender a la manada.

El lobo verdoso le dio un toquecito a la joven loba con la cola y le atusó la bufandita roja alrededor del cuello.

- Vamos Rei~ No habrá problema alguno, es un oso normal, nosotros tenemos poderes... Ya sabes, como que tenemos un 'pelín' de ventaja. ¿No crees?

- N-No creo que debamos subestimar al Señor Oso... -musitó la loba según se ponían en marcha hacia el lugar de los hechos. Morgana seguía el rastro y los otros dos caminaban sigilosamente haciendo apenas o ningún ruido. Hasta que la líder los detuvo con un gesto seco de cola, observando un par de huellas descomunales sobre el barro del suelo.

- Es fresco.

Reiko se pegó a Terrer al ver ese tamaño.

- S-Suerte que Terr t-también es g-grande... J-Jejeje... -rió nerviosa, esponjando el pelaje.

Justo entonces se escuchó una ramita quebrarse no muy lejos. La niñera se quedó estática mientras los otros dos erizaron levemente el pelaje en señal de alerta.

- Estad listos. Es ese bicho. -Morgana mostró unos afilados colmillos mientras las piedrecitas de alrededor de sus patas temblaban.

Algo amenazantemente grande se acercaba hacia ellos trotando, rompiendo ramas y tronchando arbustos a su paso. El rugido lo acompañó cuando el descomunal oso pardo apareció rugiendo desde la maleza para abalanzarse contra Morgana.

Por suerte, la loba era ligera y esquivó el ataque.

- Reiko, detenlo. -Terrer sacó las garras para unirse a Morgana castigando al animal.

- ¿Y-Yo?

- ¡Y rapidito! -acompañó la otra loba, hundiendo los colmillos en el brazo del oso. Aunque se la sacudió sin dificultad.

- ¡¡¡EEEEEEEK!!! -Reiko cerró los ojos con fuerza y se concentró. Una de las patas del oso quedó atrapada bajo una brillante masa transparente y durísima hecha a base de diamante invocado por la lobita.

El oso rugió y se tambaleó.

- ¡Eso es! -Morgana se montó entonces sobre él, aferrándose con las garras a su espalda.- ¡Terrer, tu turno!

- ¡A la orden! -gracias al lobo, unas lianas crecieron automáticamente del suelo comenzando a aprisionar al oso contra el suelo. Cuando éste estuvo sometido, Morgana bajó de su grupa caminando según se relamía. Eso era carne para alimentar a toda la manada un tiempo.

- ¿Qué pensáis? -arqueó las cejas con una lánguida sonrisa.

Reiko se mantuvo a distancia, conteniendo las ganas de echar la papilla por los nervios vividos. Realmente no había sido para tanto.

Terrer soltó una carcajada.

- Yo digo... Bon apetit~