Cómo entrenar a tu dragón

Basada en el libro de la autora Cressida Cowell, la historia es sorprendentemente conmovedora. No se trata sólo de un niño nerd que espera lucirse ante sus compañeros y, de paso, ganarse las atenciones de una chica guapa. Trata de la presión de estar a la altura de las expectativas de tu padre, de la identidad propia, de la guerra y la paz, de crecer y de otros temas aparentemente pesados que se entretejen a la perfección en una aventura divertida y apasionante. Ferrera, que al principio parece una elección extraña para poner voz a una Astrid rubia platino, está perfecta, con su voz autoritaria que hace que Astrid suene apropiadamente segura y madura. Al igual que en la comedia de acción real de Baruchel, Astrid parece estar fuera del alcance de Hipo, pero es lo suficientemente abierta de mente como para darse cuenta de que es especial, al igual que esta película.

Cómo entrenar a tu dragón merece la pena el dolor de cabeza momentáneo que pueden causar los lentes de 3D. Es espectacular, sobre todo cuando se combina con dragones que escupen fuego y vuelan por una colorida isla ficticia. La detallada animación de los vikingos (que inexplicablemente parecen más escoceses que escandinavos, quizá porque Butler y Craig Ferguson, el profesor que entrena a los dragones, tienen unos acentos estupendos) y de los dragones (de tantos tipos diferentes, cada uno con sus peculiaridades y puntos fuertes) está a la altura de Pixar, el abanderado de la animación.