El Conde

El director Pablo Larraín (Jackie, Neruda) dirige una película bellamente rodada en blanco y negro, con amplios planos góticos de Chile, imágenes pastorales y violencia grotesca. Pero mientras que la fotografía de El Conde se eleva como los vampiros en sus capas a través de los cielos nocturnos de Chile, el enfoque de su película se pierde un poco en medio del género sangriento. Esta sátira del terror lucha por encontrar algún tipo de significado o propósito a su gag unívoco y, en consecuencia, estos fallos molestan como la picadura de un mosquito, en lugar de obligar plenamente como la de un murciélago o un vampiro. Si esta grotesca metáfora quiere sugerir algo, es que esto último podría haber apuntado a una película más clara y centrada, una película que obligara al espectador a sucumbir a la fantasía y a la impía emoción de dejarse llevar por la oscuridad vampírica en lugar de sentirse molesto por ella. Y, sin embargo, para algunos espectadores, El Conde puede seguir teniendo este tipo de encanto, como le ocurre al personaje de Carmen, que emprende su tarea obedientemente y con rectitud, pero a menudo parece ajena a los peligros poderosos y muy reales de su búsqueda.

También lo es el propio Pincoche, envejecido, aburrido y cansado de vivir, indiferente al mundo, a los inocentes y a su familia, que pululan a su alrededor como buitres. Y aunque quizás sea parte del chiste, Pinoche parece casi confundido por cómo le ven el mundo y la modernidad. Y así, este "chiste" principal, que Pincoche era (o sigue siendo) en realidad un vampiro eterno y un demonio literal de la noche, no llega a cuajar realmente, y también se desvanece rápidamente, a medida que la película deviene en la fórmula probada de disputas familiares (y eclesiásticas) y peleas por posibles fortunas ocultas. Intercalada con flashbacks expositivos y excusas para mostrar increíbles escenas sangrientas y momentos de oscuro alivio cómico, la película empieza a dar la sensación de que no se dirige a ningún sitio importante, interesante o diferente.