Debemos aprovechar los éxitos de la atención al VIH para prevenir las muertes por sobredosis

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Madre e hijo pequeño soplando burbujas en la playa al atardecer.
©️Getty Images/Caia Image

Debido a una serie de complejas razones, el VIH y el consumo de sustancias han estado intrínsecamente ligados desde que comenzó la epidemia del VIH hace más de cuatro décadas. En consecuencia, no fue una sorpresa cuando un análisis del registro de vigilancia del VIH de la ciudad de Nueva York publicado en la revista Journal of Acquired Immune Deficiency Syndrome (JAIDS, por su sigla en inglés) (en inglés) reveló que, en 2017, las tasas de muertes por sobredosis de las personas con VIH eran más del doble de las tasas generales de muertes por sobredosis en esa ciudad. Sin embargo, el estudio también informó de un descubrimiento impactante que destaca una oportunidad no aprovechada para salvar vidas: Casi todos (98%) los que murieron por sobredosis habían sido vinculados a la atención del VIH después de su diagnóstico de VIH, y más de tres cuartas partes habían sido retenidos en la atención; más de la mitad habían logrado la supresión viral.

Es decir, las víctimas de sobredosis mortales no estaban desatendidas ni al margen del sistema, que es el estereotipo de las personas con adicción. Estaban en tratamiento. Su consumo de drogas les exponía a un riesgo mucho mayor de morir por sobredosis, pero como tenían el VIH, se encontraban en entornos de atención de salud donde las intervenciones preventivas podrían haberles sido proporcionadas.

Las sobredosis de drogas causa de más muertes (en inglés) entre las personas con VIH que las enfermedades relacionadas al VIH. Según los datos de la Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud de 2015-2019, casi 1 de cada 5 personas con VIH padecía un trastorno por consumo de sustancias. Otros estudios demuestran que las personas con VIH suelen manifestar dolor agudo y crónico y tienen una alta prevalencia de consumo de opioides con receta (en inglés), por lo que tienen una mayor probabilidad de sufrir una sobredosis de drogas (en inglés).

Sin embargo, como muestra el estudio de JAIDS, Estados Unidos ha logrado avances significativos para alcanzar a las personas que necesitan atención para el VIH. De hecho, según los CDC (en inglés), el 81% de las personas que recibieron un diagnóstico de VIH en 2019 en Estados Unidos fueron vinculadas a la atención del VIH en el plazo de un mes, dos tercios (66%) recibieron atención y la mitad (50%) permanecieron en la atención. A veces es difícil alcanzar a las personas que consumen drogas con el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias (SUD, por su sigla en inglés) o la reducción de daños, pero cuando las personas con VIH buscan y reciben tratamiento para esa afección, representa una oportunidad prometedora para proporcionar esos servicios.  

La administración de naloxona y la educación sobre la sobredosis en los entornos de atención al VIH es una forma obvia y realmente fácil de prevenir las muertes por sobredosis. Siendo fácil de conseguir tanto en spray nasal como en formulación inyectable, la naloxona revierte de forma rápida y segura la depresión respiratoria causada por los opioides, incluido el fentanilo. Aunque no es una varita mágica - tiene que haber alguien cerca para administrarla - la dispensación de naloxona a las personas en riesgo de sobredosis es ahora una estrategia básica de reducción de daños, y las clínicas que ofrecen atención para el VIH son entornos en los que esta estrategia podría y debería ser aplicada. Incluso si una persona no consume sustancias, es posible que conozca a personas que sí lo hacen, por lo que proporcionarles naloxona e instruirles sobre cómo utilizarla podría salvar una vida.

Existen recursos de agencias federales como la Administración de Salud Mental y Abuso de Sustancias para facilitar el suministro de naloxona, y algunos estados y ciudades se encargan de los costes para que la naloxona pueda ser entregada a los residentes de forma gratuita. El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas recientemente solicitó una investigación (en inglés) para acumular pruebas sobre cómo implementar y mantener la educación sobre sobredosis y la distribución de naloxona (OEND, por su sigla en inglés) en los entornos de atención para el VIH.

Los avances en la detección y el tratamiento de las personas con VIH con medicamentos antirretrovirales y su posterior retención a largo plazo han sido enormes. Pero ahora, la sobredosis es una de las mayores amenazas para las personas con VIH. Especialmente en un panorama de drogas actualmente dominado por el fentanilo mortal, los médicos que atienden a las personas con VIH tienen una función esencial para prevenir las muertes por sobredosis a través de una medida de reducción de daños relativamente sencilla y extremadamente eficaz.
 

Dra. Nora Volkow, directora

Aquí destaco la importante labor que está llevando a cabo el NIDA y otras novedades relacionadas con la ciencia detrás del consumo de drogas y la adicción.