Cuando alcanzó la fama a finales de los 2000, Katy Perry era una chica común que bailaba sobre las mesas, besaba labios sabor a ChapStick de cereza y lanzaba crema batida por su bustier de lentejuelas. Sus éxitos mostraron el pop como auténtico escapismo: divertido y frívolo, con la producción de los principales creadores de hits de la época (Max Martin, Stargate, Dr. Luke). 16 años después de la innovadora “I Kissed a Girl” (2008), la era en la que emergió Perry regresó para convertirse en una tendencia nostálgica. Su sexto álbum (si no contamos su disco de música cristiana bajo el nombre de Katy Hudson) debe su nombre a su número angelical y al código para escribir “te quiero” en la época de los bíperes, pero la cantante de 39 años más bien se enfoca en el presente. “En el transcurso de mi álbum debut One of the Boys (2008) pensé: ‘¡Vaya montaña rusa!’”, le contó Perry a Zane Lowe de Apple Music, describiendo así el impacto emocional de su carrera en su vida. Teenage Dream y PRISM le representaron periodos de logros profesionales y problemas personales. Con la llegada de Witness en 2017 empezó a encontrar el equilibrio y este se solidificó al lanzar Smile (2020). “Ahora, 143 celebra la plenitud, un lugar desde el que nunca había compuesto un álbum”, explica. “Siempre he escrito desde la actitud defensiva, la insuficiencia o los intentos de transmutar mis traumas. La mentira más grande que me he creído es que, como artista, se debe seguir sufriendo para poder crear algo. Eso no es verdad”. Cuatro años después de su último material llega 143, completamente abocado al género dance. Este álbum incluye fragmentos del clásico “Gypsy Woman” (1991) de Crystal Waters en “I’M HIS, HE’S MINE”, su colaboración con Doechii, mientras que en la eufórica pista “LIFETIMES” hay una exploración más profunda del piano house. Sólo la experiencia del público definirá si melodías como “WOMAN'S WORLD” son creaciones de alto calibre o más bien vestigios de una era ya pasada. “Simplemente quise aventurarme a otros territorios. No quería seguir repitiendo lo mismo de siempre”, explica Perry con respecto a su incursión en el dance. “La energía que quiero transmitir es liberadora, para que sientan la libertad de empaparse de sudor y bailar con gente desconocida”.